Trastornos del comportamiento en niños: nutrición y acuamotricidad
Fisio&lab Torino©

 

Los trastornos del comportamiento en pediatría, desde el TDAH (trastorno de hiperactividad y déficit de atención) hasta algunas formas de autismo, han experimentado un aumento exponencial en los últimos años; varios estudios y trabajos científicos documentan asociaciones entre algunas de estas enfermedades y la conducta alimentaria. 

 

En un estudio publicado en The Lancet (The Lancet, Volumen 370, Número 9598, Páginas 1560 – 1567, 3 de noviembre de 2007) y realizado por un equipo británico, 297 niños de 3 a 9 años de edad  observados durante varias semanas, recibieron tres tipos de zumos de frutas; el primero contenía aditivos, colorantes y benzoato de sodio (un agente antimicrobiano a menudo presente en las bebidas industriales) en la medida de la dieta típica inglesa, el segundo contenía una menor concentración de colorantes y conservantes, el tercero estaba libre de sustancias añadidas. Los resultados mostraron que en todos los grupos de edad los sujetos que tomaron la mayor cantidad de aditivos mostraron anomalías en el comportamiento, lo que resultó en hiperactividad, más inquieto y menos atento que los niños que tomaron las bebidas con menos aditivos. Entre las sustancias sospechosas de producir estos efectos sobre el comportamiento de algunos sujetos pediátricos se encuentran los colorantes de la serie E (tartrazina E102, amarillo anaranjado E110, amarillo crinolina E104, carmoisina E122, rojo allura E129, rojo cochinilla E 124) y un antimicrobiano, benzoato de sodio E211. 

Se supone que la diferente reacción a las mezclas de aditivos tomadas puede explicarse por los diferentes perfiles genéticos de los niños seguidos; en algunos de estos, más sensibles, es posible que los colorantes puedan determinar una liberación de histaminas responsables de los efectos conductuales. 

La EFSA, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, también ha anunciado que se está llevando a cabo una revisión de la seguridad de todos los colorantes alimentarios autorizados en la Unión Europea. 

Además del control del aspecto alimentario, la hiperactividad y algunos trastornos del comportamiento pueden ayudarse transmitiendo correctamente la energía física de los niños. 

 

A menudo, para estimular y "desahogar" a nuestros hijos, los sometemos a actividades físicas o mentales demasiado intensas, sin una dirección de educación psicomotriz correcta, realizadas en lugares ruidosos y concurridos, con resultados contraproducentes.  El cansancio y el estrés acumulados favorecen más inquietudes, molestias y trastornos del sueño que pueden derivar en crisis reales. 

En casos como estos, la práctica de la acuamotricidad (o acuicultura) ha demostrado ser positiva  ya que se aprovecha de los beneficios del agua en asociación con la psicomotricidad. 

La presión del agua favorece en primer lugar un masaje corporal natural, con beneficios analgésicos y relajantes.  A nivel esquelético y muscular, el niño adquiere habilidades de movimiento y coordinación, sin forzar excesivamente el cuerpo. 

 

A través del juego y los métodos dirigidos, el agua promueve el desarrollo psicomotor y sensorial, combinado con el aprendizaje de patrones posturales adecuados y un control respiratorio adecuado. Además, la actividad en la piscina tiene una influencia psicológica positiva: la seguridad de moverse en un entorno envolvente y protector ayuda al niño a desarrollar el autocontrol, la confianza en sí mismo y en los demás. 

La actividad debe realizarse en una piscina a una temperatura de 32-34 ° C, en un ambiente acogedor, solo o con algunos niños en el agua con el fin de fomentar la interacción y mantener un nivel adecuado de atención. El terapeuta sabrá equilibrar momentos de desarrollo y aprendizaje motor con un mayor impacto energético, con momentos de relajación. La presencia del padre en la piscina, donde se indique, proporcionará un elemento positivo adicional, porque es tranquilizador y le permite crear esa relación de confianza que continuará en el hogar. 

 

Realizado por: Roberto Peretti, Fisioterapeuta, Osteópata (Fisio&Lab Torino) - Paolo Palmas, Nutricionista Naturópata (Resp. Nutrigroup) 

 

Créditos Fisio&Lab Torino 

Si presume che la diversa reazione alle miscele di additivi assunti possa essere spiegata dai differenti profili genetici dei bambini seguiti; in alcuni di questi, maggiormente sensibili, è possibile che i coloranti possano determinare un rilascio di istamine responsabili degli effetti comportamentali.

Anche l’EFSA, l’Autorità Europea per la Sicurezza Alimentare, ha reso noto che è in corso una revisione sulla sicurezza di tutti i coloranti alimentari autorizzati nell’Unione Europea.

Oltre al controllo dell’aspetto alimentare   l’iperattività  e alcuni disturbi del comportamento possono essere aiutati  veicolando l’energia fisica dei bambini in maniera corretta.

Spesso, per  stimolare e far  “sfogare”  i nostri figli, li sottoponiamo ad attività fisiche o mentali troppo intense, senza un  indirizzo di corretta educazione psicomotoria, svolte in luoghi rumorosi ed affollati, con risultati controproducenti.  La stanchezza  e lo stress accumulati  favoriscono ulteriore irrequietezza, disagio  e disturbi del sonno che possono  sfociare in vere e proprie crisi.

In casi  come questi si è dimostrato di particolare beneficio la pratica dell’acquamotricità ( o  acquaticità ) , ovvero lo sfruttamento delle caratteristiche dell’acqua in associazione alla  psicomotricità.

La pressione dell’acqua favorisce innanzitutto un massaggio corporeo  naturale, con benefici antalgici e rilassanti .  A livello scheletrico e muscolare il bambino acquisisce capacità di movimento e coordinazione, senza affaticare eccessivamente il corpo.

Attraverso gioco e metodiche mirate, l’acqua  favorisce lo sviluppo psicomotorio e sensoriale, unito all’apprendimento di schemi posturali adeguati e di un corretto controllo respiratorio. Inoltre l’attività in vasca ha un’influenza psicologica positiva: la sicurezza di muoversi in un ambiente avvolgente e protettivo aiuta il bimbo a sviluppare autocontrollo, fiducia in sé stesso e negli altri.

L’attività va  svolta in una vasca  riscaldata a 32-34°C, in un ambiente raccolto, da soli o con pochi bambini in acqua per poter favorire interazione  e  mantenimento di un adeguato livello di attenzione. Il terapista saprà come bilanciare momenti di sviluppo ed apprendimento motorio  a più alto impatto  energetico,  a momenti di rilassamento. La presenza del genitore in vasca, laddove indicata, fornirà un ulteriore  elemento positivo, perché è rassicurante e permette di creare quel rapporto di fiducia che proseguirà a casa.

A cura di: Roberto Peretti, Fisioterapista, Osteopata (Fisio&Lab Torino) - Paolo Palmas, Naturopata Nutrizionista (Resp. Nutrigroup)

Credits Fisio&Lab Torino