"Querida, el Ironman no es una carrera sino un largo viaje". 
Alessandra Derme

El Ironman visto por una Ironwoman  

"Querida, el Ironman no es una carrera sino un largo viaje".  

Fue la primera frase que me dijeron cuando me inscribí en mi primer Ironman en 2019. Una verdad que no crees hasta que te encuentras haciendo este largo viaje.  

 

Una carrera de Ironman, por mucho que haya mucha gente a tu alrededor es un viaje contigo mismo, con tu mente y con tu cuerpo. Todo lo que está afuera no importa. Comienza con una larga espera antes del inicio de la competición de natación, probablemente para mí el el momento más mágico de toda la carrera. Estás rodeado de gente, hay quienes abrazan a sus seres queridos, quienes se apoyan en un compañero de equipo, un extraño que en ese momento parece estar en el pánico total, quienes se sientan en el suelo y se paran con los ojos cerrados, quienes realizan estiramientos, quienes lloran (yo estoy dentro de estos últimos, porqué antes de comenzar, siempre me sale alguna lagrima de la emoción) y también estan quiénes bailan.  

Hay mucho ruido, música muy alta, la gente grita fuerte, pero al mismo tiempo estás dentro de tu burbuja. Siempre recordaré la salida de Barcelona en 2021 cuando pusieron a máximo volumen la canción "Hall of fame" de The Script, con el mar tormentoso frente a mí (¡El mayor de mis miedos), la canté a todo pulmón dándome una carga loca! Todavía me da escalofríos el mero pensamiento de ese momento, una mezcla entre adrenalina y miedo que pocas veces es tan poderoso.  

Los últimos 10" antes de la salida escuchas el sonido de los latidos del corazón, el corazón explota en tu pecho y el único pensamiento es " No hay vuelta atrás, ya estoy aquí, por tanto, preparados, listos,... ¡Vamos!"  

La natación para muchos triatletas es la parte más traumática, a muchos no les gustan las aguas abiertas, y esos 3,8 km parecen ser interminables. Pero una vez fuera del agua hay una explosión de vítores que te hace imposible no recuperarte. Las ganas de coger la bici son grandes, por otro lado, es la parte dominante de la carrera y es incluso aquella en la que pasas más horas de entrenamiento. Incluso si lo preparas, no es una parte trivial que debe tomarse a la ligera. El camino es largo y siempre puede haber imprevistos (en este caso también técnicos).  

Personalmente marco los 180 km comiendo y bebiendo cada pocos minutos o km dependiendo de la ruta, tratando de mantener la mente lo más clara posible y entrar en la segunda etapa con  las energías adecuadas para poder afrontar la maratón.  

¿Lo mejor de llegar a la zona de cambio? Ver a las personas que me importan llamándome por mi  nombre. Solo aquellos que se han enfrentado a carreras tan largas saben lo que significa.  

Te sientes tranquilo, a pesar de que tu cuerpo está haciendo un esfuerzo sobrehumano, estás tranquilo, porque están todos allí por tanto va todo está bien.  

Y aquí es donde comienza la parte más difícil de todas: la MARATÓN.  

Los sentimientos encontrados comienzan a colarse en la mente. El primer km las piernas van bien pero luego el verdadero cansancio empieza a llegar, sobre todo el mental y el deseo de frenar siempre es Fuerte. "Qué agotamiento" o "Quién me hizo hacerlo" son los pensamientos que retumban más fuerte, pero en ese momento, el mismo deseo de pisar esa alfombra roja a la llegada es enorme. Se convierte en una carrera de parada en parada en los verdaderos puntos fijos.   

Luego están las personas en el camino, las reconoces, las tienes en la mente e (incluso si no las conoces) las buscas cuando vuelves a ese mismo punto en las siguientes vueltas intentando cargarte de energía para avanzar.  

Aquí, en el maratón, es el momento en que finalmente comienzas a compartir tu carrera con otros participantes. Tomas uno como referencia y tratas de no dejarlo escapar, animas a otro que parece estar en problemas, le chocas la mano a un amigo o tiras una esponja al que están sentado en el suelo solo lejos de la zona de descanso.  

Lo haces porque en ese momento todos están conectados por una cosa: el cansancio.  

Sin embargo, a pesar de que no puedes más, los últimos 195 metros, en esa alfombra roja salpicada de M blanca, en medio del ruido de las personas que te llaman por tu nombre, quien quiera que sea, SONRÍES porque sabes que pronto alguien te dirá "ERES UN IRONMAN".  

¡Y sí, realmente lo eres!